¿Y qué le pasa a ese necio que en este tiempo de crisis aun está sonriente?
En tiempos de crisis como la que en forma general es percibida por la población de Venezuela, enfrentada a un deterioro de la economía, de la seguridad ciudadana, del derecho de propiedad y el derecho a prosperar... resulta extraño ver a personas con una actitud optimista.
Son muchas las evidencias que parecen justificar una actitud de desconcierto y desesperanza ante la profundización del deterioro de la calidad de vida del ciudadano y ello no solo se manifiesta en el ámbito personal, sino que está trascendiendo a la esfera institucional, y dentro de esta a las empresas que conforman un tejido esencial de una sociedad productiva.
Ahora bien, ante la crisis, hay al menos dos opciones, una de ellas es sucumbir, rendirse, dejarse llevar por la corriente que arrolla los sueños y la esperanza de progreso. La otra es resistirse, empezando por no ahogarse con la depresión que debilita el ánimo por seguir. Luego se trata de enfocarse en la solución de los problemas, al menos trabajar en ello. El resultado no siempre estará garantizado, pero sin lugar a dudas que las posibilidades de éxito se incrementan solo si se orienta el esfuerzo a la búsqueda de la solución y luego en la práctica que permita desarrollar y lograr el objetivo propuesto.